Para toda práctica espiritual es indispensable contar con un gurú o preceptor. Las escrituras dicen que el gurú es Brahma, el creador; Vishnu, el preservador; y Shiva, el destructor.
El gurú crea nuevas samskaras, el anhelo por moksha (liberación). El gurú preserva el bienestar físico, mental y espiritual del discípulo, destruye los efectos del mal karma y los bajos deseos, y conduce al discípulo hacia la luz. El gurú es Dios en su aspecto manifiesto y personal. Gu significa lo Invisible (es decir, Dios), mientras que ru significa lo visible. Lo invisible utiliza lo visible como Su instrumento. La relación entre el gurú y el discípulo es eterna. Él es el responsable de sus discípulos hasta que ellos logren moksha (la liberación).
La cultura india le da especial énfasis a la relación gurú-discípulo. El aspirante a discípulo procura acceder al gurú a través de la humildad, el amor y el servicio. El verdadero gurú es aquel que ha logrado la experimentación del Ser, lo que significa total maestría del estado sin pulso y sin respiración (es decir, samadhi). Sólo entonces se estará listo para ser gurú, y no por el hecho de hablar con elegancia o tener muchos seguidores. Si una persona busca sinceramente la iluminación, Dios hace que encuentre a un verdadero gurú. La mayoría de las personas no logran encontrar la Verdad porque se pierden en la selva de la teología, pasando de un matorral teórico a otro. En los buenos libros se encuentran principios religiosos verdaderos, pero el significado pleno de los mismos no se puede comprender hasta verlos manifestados en la vida de un gurú. Una persona iluminada puede ayudar a sus discípulos, siempre que estos estén sintonizados con ella. Después de esto no se requiere la presencia física del maestro como guía. El verdadero gurú es Dios mismo. El gurú humano es tan sólo Su instrumento.
El aspirante que busca conocer a Dios debe primero elevarse por encima de la conciencia del cuerpo y la existencia material. Practicando el gran método yóguico descubierto por los sabios de la India, podemos elevarnos con facilidad por encima de la limitada conciencia corporal. Podemos entonces sentir nuestra identidad con Dios. Podemos sentir que nuestra propia existencia es espíritu. Somos el comienzo y el fin de todo. Podemos sentir que trabajamos a través de todas las manos y pensamos a través de todas las mentes, que nuestros corazones palpitan a través de todos los corazones. Sentiremos nuestra presencia en todo y percibiremos que las estrellas son la decoración de nuestro vasto cuerpo. Nos desplegamos sobre las estrellas titilando a través de todos los corazones. Sentiremos nuestra presencia en todo y percibiremos que las estrellas son la decoración de nuestro vasto cuerpo. Nos desplegamos sobre las estrellas, titilando a través de su luminosidad, con la creación flotando en el océano de la existencia eterna.
El cuerpo y la mente no son sino dos formas del espíritu. El espíritu manifestado como materia sigue siendo espíritu. La tradición espiritual de la India enseña como percibir que este espíritu vive dentro de nosotros. La memoria divina del alma debe ser despertada, puesto que ha olvidado su verdadera naturaleza debido al cautiverio del cuerpo y la materia. Entonces encontraremos que somos Dios, que todo es Dios y no existe sino Dios. Este es el tesoro de la India, que se puede adquirir mediante la técnica del Kriya Yoga. La profunda y última Verdad será experimentada.
Todos los verdaderos gurús están vivos, así hayan conservado o no su forma física. En los inicios de la búsqueda espiritual podemos tener muchos profesores, “discípulos” que acuden al gurú en busca de una relación eterna, pero solo puede haber un gurú. El gurú es la encarnación viva de la verdad espiritual. Cuando el corazón del devoto ha sido purificado, Dios envía al gurú; es más fácil seguir a una encarnación viva de la Verdad, que vivir de abstracciones. Ningún libro, por noble que sea, puede sustituir al gurú. La cuestión está en saber quién está preparado para ser gurú en el camino de la iluminación. Shri Shankara dice que un verdadero maestro es “aquel que conoce los Vedas, está limpio de pecado, ha superado el deseo y es un conocedor de Brahman por excelencia, hasta el punto de hacerse sumergido por completo en Brahman; es tranquilo como el fuego que ha consumido su combustible, y es un infinito océano de misericordia (es decir, inefable y amigo de todas las personas buenas que se postran ante él)” (Viveka Chudamani, 33).
El Bhagavad Gita (2:56) dice que la persona cuya mente permanece imperturbable en la tristeza, cuya sed de placer ha desaparecido por completo y que está libre de pasión, temor e ira, es de mente estable. Un sabio liberado está libre de deseo, egoísmo, individualismo, “yoidad”, apego, ambición y odio. Está lleno de amor puro, compasión y misericordia y es fuente de energía espiritual. Realmente es una rara fortuna tener contacto con un sabio liberado o sadgurú. Dios siempre envía Sus representantes a quienes Lo buscan con sinceridad. Sólo unos pocos han logrado el nirvikalpa samadhi. Pero uno debe buscar a un verdadero gurú si hay un deseo genuino de progreso espiritual. Claro está que un yogui avanzado en la práctica espiritual también puede guiar a un aspirante, pero sólo un maestro realizado puede llevarlo a la meta.
Un sadgurú (o maestro realizado) puede purificar el cuerpo del discípulo en el momento de la iniciación, infundiéndole poder espiritual. Al purificar la columna vertebral en los seis centros espirituales, se despierta la energía espiritual dormida, la fuerza cósmica que está latente en el cuerpo humano. Como resultado, el discípulo obtienen las tres cualidades divinas: luz, sonido y vibración. Los seis centros de la espina dorsal mantienen al hombre atado al mundo material de acuerdo con su karma, impidiéndole trascender la animalidad y la racionalidad. Si bajo la guía del gurú un discípulo logra controlar los seis centros de la columna mediante la técnica del Kriya yoga y establecer allí la conciencia de Dios, podrá sobreponerse a todos los vicios y evolucionar en un ser divino. Entonces desaparecerá la ignorancia y la luz de la sabiduría brillara sobre él.
Los siete centros espirituales del cuerpo humano
Los siete centros espirituales mostrados en el diagrama del cuerpo humano (de abajo hacia arriba): loto de cuatro pétalos en el centro del dinero (muladhara); loto de seis pétalos en el centro de la familia (svadhisthana); loto de diez pétalos en el centro de la alimentación (manipura); loto de doce pétalos en el centro del corazón (anahata); loto de dieciséis pétalos en el centro de la educación (vishuddha); loto de dos pétalos en el centro del alma (ajna); loto de mil pétalos en el centro cósmico del cuerpo (sahasrara).
Una máxima sanscrita dice: “Adora a Dios después de convertirte en Dios”. A menos que una persona eleve la fuerza espiritual latente presente en el centro coccígeo, llevándola hasta el cerebro después de pasarla por los distintos centros de la columna, no podrá volverse espiritual. Oraciones, veneración y rituales no servirán de nada, puesto que no producen cambio alguno en s conciencia ni en su corazón. Solo un maestro realizado puede despertar el poder cósmico latente, el kundalini. Por esta razón es indispensable la asociación directa con un gurú.
Shri Shankara dice: “Hay tres cosas poco comunes, que se consiguen solo por la gracia de Dios. Éstas son: un nacimiento humano, el anhelo de liberación y la protección cuidadosa de un sabio perfecto” (Viveka Chudamani, 3). No cualquiera puede ser un gurú. En todas las épocas, Dios mismo encarna como gurú para enseñarle a la humanidad. Sólo sat-chit-ananda es el gurú. El gurú es uno solo, pero puede hacer muchos upagurús. Aquel de quien podemos aprender cualquier cosa es un upagurú. El gran Avadhuta, un monje mencionado en el Baghavatam, tuvo veinticuatro upagurús. Dios envía el sadgurú o maestro realizado únicamente a sus discípulos más sinceros.
Paramahamsa Yoganandaji dice que la espiritualidad no se puede comprar en el mercado. El padre y la madre dan el nacimiento físico, pero es el gurú quien da el nacimiento espiritual y conduce a sus discípulos hasta la orilla de la iluminación. El discípulo debe seguir fiel y sinceramente las instrucciones del gurú, y practicar la meditación con regularidad para beneficiarse plenamente del contacto con el gurú. No alcanzan las palabras para expresar el poder revelador que alma que tiene el Kriya Yoga. No es necesario conocer la teoría del Kriya Yoga para avanzar en él. Sólo se requieren concentración y sinceridad. Un verdadero gurú es una persona designada por Dios a través de la cual Dios enseña a los devotos a experimentar su verdadero Ser.
Extracto del libro "Kriya Yoga. El Proceso Científico para Cultivar el Alma y Esencia de Todas las Religiones" por Paramahamsa Hariharananda.
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